Tego Calderón y su ignorancia sobre el problema chalaco

Aquí reponiéndome del duro golpe que sufrió San Marcos a causa de las mal llamadas fuerzas del Orden, que a sangre y humo entraron a nuestra gloriosa casa de estudios, y como siempre la prensa pintándonos de delincuentes.. en fin..

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Dicen que la ignorancia es atrevida. Es el caso de Tego Calderón, quien infaustamente amenaza con su presencia otra vez, como en el año pasado. Pero lo que sin duda saca de quicio es su total frescura al momento de hablar sobre la delicuencia juvenil en esa región dejada de la mano de gobierno, pese a ser el principal puerto del país:

“La violencia está mal venga de donde venga. Yo les pido a los jóvenes que hagan las cosas con calma, aunque la verdad no sé cual sea sus problemas, pero el diálogo es importante. Tengo muchas intenciones de volver al Callao, ojalá esto se pueda hacer realidad en mi próxima visita al Perú”.

Así que he ahí la receta de don Tego: la santa paciencia.

La delincuencia juvenil en el Callao es una de las consecuencias del brutal neoliberalismo que ocasionó la pérdida de miles de puestos de trabajo. Su fruto fue el desempleo en que vive gran parte de la población chalaca y en su mayoría, los jóvenes, sumidos en sendas drogas como el reggaeton y la cocaína, en las esquinas de los barrios.

Hace dos décadas, en el Callao, existían empresas públicas y privadas que daban trabajo a la población chalaca. Todas ellas fueron cerradas, o bien despidieron en conjunto más de 5 000 trabajadores desde 1992. El Callao aumentó su población y disminuyó su oferta de trabajo. La pesca también se vio afectada, pues a los pescadores artesanales ya no les da el sustento diario.

Es el factor económico, pues el que generó todo el desempleo, y éste el que llevó a la delincuencia imperante. Un ejemplo es SIMA, que en los ´70 tenía 5 000 trabajadores y en los ´90 sólo 3,500. Pero no sólo eran los empleos directos, sino toda la gente que trabajaban alrededor de estas empresas, desde venta de comida, ropa, y otros, hasta los que realizaban trabajos eventuales. Si lo pensamos así, realmente el trabajo es la fuerza que genera las riquezas.

El chalaco antiguo siempre vivió pensando en el hoy, en el mar, que siempre le daba, y manteniendo costumbres provincianas. También por vivir en una ciudad cosmopolita (por la gran afluencia de marinos extranjeros que llegaban a diario al puerto), le gustaba comer y vestir bien.

Hoy en día, las necesidades de la juventud está más orientada a un modelo social que los lleva a consumir nuevas modas en el vestir y vivir y donde tal vez la alternativa más a la mano para “estar a la moda”, es buscar el dinero fácil, que mayormente proviene de actos delincuenciales. El reggaeton cae perfectamente en ese esquema, inculcando conformismo, consumismo (qué duda cabe) y por supuesto, un ambiente de vulgaridad y delincuencia, pero por sobre todo, de resignación a la pobreza.

El chalaco tiene una rica tradición de lucha y esfuerzo: pensemos en el combate del 2 de mayo de 1866 contra la armada española, o sino, en el 7 de enero de 1913, cuando la Unión General de Jornaleros del Callao inicia una huelga general que obliga al gobierno a dar un decreto donde se reconoció la jornada de trabajo de 8 horas en el Callao, por primera vez. Ésta rica tradición de lucha, heroísmo y solidaridad en defensa de la patria y de la sociedad, no puede ser borrada por grupos delincuenciales que no reflejan el espíritu chalaco.

Me temo pues, que don Tego jamás comprendería todo aquello, por mucho que se camufle al lado de Ismael Rivera, en los jirones Miró Quesada y Atahualpa.

PD: O sino Calderón, vete a cantarle a Vin Diesel, porque, agárrense, parece que le gusta el reggaeton al protagordista de la 4ta entrega de Rápidos y Furiosos (que dicho sea de paso sólo me gustó la primera y solo por los carros).